La producción del cine documental en tiempos de Covid-19, ¿qué cambió? y ¿cómo lograrlo?
Algunos realizadores tomaron las riendas de su producción aún durante la pandemia, aprendiendo y poniendo en práctica su resiliencia más que nunca.
No sé si ya hayan escuchado por ahí, pero un virus arruinó muchos de nuestros planes. Seguramente ya pudieron notar cómo cambió la exhibición de cine documental, pero ¿se han preguntado qué pasó con su producción? En este blog, recopilamos un poco de información que encontramos sobre cómo cambió la filmación, conceptualización y ética del cine documental.
La producción de cine documental es en sí impredecible: es difícil saber a qué lugar la historia nos llevará. El realizador Brett Forest confirma lo anterior en este artículo, donde nos cuenta cómo su documental Victoria’s Foil tenía 8 días de documentación presencial justo antes de que anunciaran el encierro pandémico.
Debido a circunstancias fuera de su control, tuvieron que replantear todo el proyecto. Lo documentado estos primeros días ni siquiera iba a ser parte del producto final, sino sería un piloto para hacer un pitch y saber si se seguiría adelante con la producción, con el apoyo de la Universidad de Columbia. Sin embargo, lo recopilado se convirtió en una parte integral de la narrativa.
La producción de este y muchos más productos audiovisuales tuvo que seguir y adaptarse, aún de manera virtual y, a pesar del reto, la pandemia abrió la puerta a nuevas oportunidades y formas de contar. Te contamos punto a punto los aprendizajes que encontramos más significativos y que diferentes creadores tuvieron en común:
Las entrevistas, medio indispensable para llegar al fondo de un personaje en el cine documental, fueron trasladadas a Zoom. En el caso de Forest, tuvieron que mantener contacto con su familia por videollamada, e introducir visualmente a la audiencia a este método de interacción con el fin de justificar la calidad no tan alta como deseada.
El material de archivo es fundamental. En cualquier documental, es necesario tener evidencia del pasado que nos hace llegar hasta el momento en que contamos la historia. Ahora, con la incapacidad de grabar tantas tomas con personas lejanas, este tipo de material se vuelve aún más importante.
Los días de grabación valen (más) oro. Los limitados contactos y tiempos para evitar la contaminación por Covid-19, dieron lugar a planes meticulosos y mejor estructurados con tal de aprovechar cada minuto. Sabemos que los rodajes no siempre son muy efectivos, así que gracias, incomodidad por el cubrebocas, por hacernos mucho mejores gestores de nuestro tiempo.
En algunos casos, el consentimiento para entrar a una burbuja social, especialmente siendo un crew, se volvió una tarea monumental. Siendo personas en constante movimiento, somos percibidas como un riesgo para el virus. En el caso de Nik y Mary Sexton, mientras realizaban su documental Me, Mom & COVID, se dieron cuenta de cómo el proceso creativo fue bloqueado, al perder la sinergia de entrevistas presenciales con los grupos afectados de su documental. Sin embargo, es aquí donde se pone a prueba nuestra habilidad para empatizar y acercarnos. Ellos comentan que el éxito y la aprobación de ser permitidos en este espacio se derivó de un acercamiento auténtico, con la promesa de integridad y representación para cada personaje.
Estar en cuarentena funciona como oportunidad de pensamiento creativo. La directora Cailleah Scott-Grimes, aprovechó el tiempo de aislamiento para su proceso. Durante esta solitud, se dio cuenta de que podía crear un nuevo lenguaje visual sobre muerte, memoria, imaginación, en medios que antes no había pensado, más que retratar estos aspectos de forma literal y física. Descubrió un nuevo mundo en la intimidad consigo misma.
Nosotros entendemos la frustración de que algo no salga como esperamos. Pero también es importante siempre tener en cuenta las nuevas oportunidades, soluciones y puertas que se abren dentro de tiempos como en los que nos encontramos. El cine documental puede ser reinventado día con día, así como nuestra propia realidad. Como realizadores audiovisuales, espacios de exhibición, o simples amantes del cine, tenemos que estar listos para adaptarnos a finales inesperados. Perdamos el miedo a contar nuevas historias, de formas únicas, y tengamos en cuenta, hoy más que nunca, la importancia de la empatía.
Aldo Ter-Veen y Estefanía Franco, fueron parte de equipos que tuvieron que adaptarse durante la pandemia. ¡Nos encanta tener personas tan trabajadoras y resilientes en DOQUMENTA! Fotos de Aldo por: Esmeralda Espinosa