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para la búsqueda de los desaparecidos
“Cuando se desaparece a alguien, se rompe el tejido social, y creo de eso sí somos todos responsables. Cuando se dice “nos faltan a todos” es que realmente nos faltan a todos. Y si dejamos que la estructura se vaya rompiendo, no sé muy bien qué queda”.
Arantza Hazel, en colaboración con el Centro Universitario de Periodismo de Investigación (CUPI)
La fotógrafa documental Zahara Gómez Lucini, de origen argentino, criada en España y actualmente radicada en la Ciudad de México, se ha especializado en problemáticas sociales como la desaparición forzada, en colaboración con otras disciplinas de investigación que van más allá de su lente. Como una persona que se ha cuestionado incesantemente sus propias narrativas, es que ha propuesto la idea de crear un Recetario para la Memoria a partir de su experiencia trabajando con las madres Rastreadoras de El Fuerte, en Sinaloa:
“Después de muchos años de trabajar con ellas, de ir a fosas clandestinas, pasan varias cosas: pasa que yo me empiezo a cuestionar mucho la narrativa (nuestra narrativa) como narradores […] con la sensación de que el desaparecido, la desaparecida entra en la esfera pública; empieza a existir públicamente cuando lo desaparecen, antes no existe. Ese fue el punto de partida para empezar a pensar cuál podría ser otra narrativa que invitara a hablar de cada uno de los desaparecidos en vida”, reflexiona la fotógrafa.
Es en esa cotidianidad en la que nota qué otras cosas se cuentan sobre la vida de los desaparecidos: lo que les gusta, lo que no les gusta, la ropa que les gusta, su manera de compartir las tardes los domingos y, por supuesto, su comida favorita. El recetario cumple con la función de conglomerar el trabajo gastronómico, fotográfico y social desde la perspectiva de las familias que continúan en la búsqueda de sus seres queridos a través de la conmemoración de sus platillos preferidos; mismos que antes del proyecto las rastreadoras no habían vuelto a cocinar.
El recetario se ha expandido a Guanajuato; no obstante, en comparación con el primer estado en el que se desarrolló, Gómez Lucini comenta: “Las señoras en Guanajuato tenían mucho menos tiempo en colectivo que en Sinaloa. La desaparición a esa escala se desata mucho durante la pandemia, entonces muchas de ellas se conocieron vía Zoom. Fundaron colectivos con mucha menos comunidad. Después, hay una propuesta de hacer las cocinadas colectivas, ya no de una a una en su casa, sino más bien entre compañeras; entonces también cambia un poco la metodología y por lo tanto la narrativa”.
Pero en los cambios de la narrativa también están involucradas las autoridades y la sociedad: “Yo, cuando empecé a trabajar y a ir con colectivos al territorio, a fosas, no había comisión de búsqueda; en ese momento no existía. No había un reconocimiento, no había ley del desaparecido, no había formatos legales que pudieran recoger esa realidad. Ahora, aunque todavía hay mucho que hacer y eso aún no es una solución, también es cierto que desde 2014 a 2024, en diez años… Y también por parte de la sociedad, digamos, no sólo de los gobiernos. Yo siento que la sociedad está mucho más dispuesta a hablar, a compartir, a ser parte que hace diez años”, opina Gómez Lucini.
Para Zahara, quien ha estado tan presente con las madres buscadoras, es de vital importancia hacer proyectos en colectivo para que su impacto trascienda las esferas de aquellos que directamente lo están atravesando: “unir fuerzas hace que los proyectos sean más grandes. En el caso del recetario, cuando Daniela Rea viene con todo el trabajo de investigación que ella tiene, el proyecto crece. Crece en un sentido de, de repente no sólo es imagen, también es investigación”. Pero no sólo por parte de los creadores, sino también de las audiencias: “Cuando se desaparece a alguien, se rompe el tejido social, y creo de eso sí somos todos responsables. Cuando se dice ‘nos faltan a todos’ es que realmente nos faltan a todos. Y si dejamos que la estructura se vaya rompiendo, no sé muy bien que queda. Construir tejido social, buscar formatos que aporten o que apoyen en ese sentido, también es crear resistencia”.
El Recetario para la Memoria se llevó a cabo dentro del marco de la duodécima edición del Festival Internacional de Cine y Narrativas de No Ficción, DOQUMENTA, bajo el programa de Docs & Tonic, evento que entrelazó el cine documental con la gastronomía y el periodismo de investigación.
#MundosQueNosConMueven